La Sopita de Arroz

Usted, como buen argentino, ya está acostumbrado a las protestas exteriores. Ahora leerá una protesta
interior.
El jubilado está solo en su casa tomando una económica y desabrida sopita de arroz. De pronto escucha un silbido.
-¿Quién está silbando?
- Yo, el estómago, y te advierto que es un silbido de alerta no de admiración.
-Pero…cómo es posible que el estómago silbe y hable?
-¿Qué tiene de raro, nunca escuchaste hablar de la boca del estómago? Bueno che, basta de charla que quiero comida, morfe de verdad. Estoy cansado de sopitas, mate, polenta y guiso. ¡Exijo una comida digna!
Entonces interviene el cerebro que le dice al jubilado.
-No le hagás caso, ese solamente piensa en comer.
-Lógico, soy el estómago. Y hoy quiero una milanesa a la napolitana, papas fritas, mayonesa…y de postre helado con crema chantillí.
-¡Inconsciente, pará la mano! –exclama el hígado- ¿Vos me querés matar? Además, los jubilados todavía no cobraron el 82% móvil.
-Yo no tengo la culpa, el responsable es el cerebro que eligió este gobierno.
-¡No, señor, yo no lo voté!
-Claro, ahora nadie lo votó –le retruca el estómago-. Siempre la misma historia…
En ese momento interviene el corazón:
-Por favor, señores, silencio. Dejen de discutir que me tienen a los saltos. Yo necesito tranquilidad, descanso. Tengan en cuenta que laburo sin parar las 24 horas del día. ¡Yo soy El Primer Trabajador, qué embromar!
-Sí, pero el que piensa soy yo –observa el cerebro.
-Callate, en lo único que pensás vos es en Boca, Pamela Anderson, Tyson y la Luli Salazar.
El corazón comienza a golpear.
-¿Viene una manifestación? –preguntan los oídos.
- No, soy yo. Ojo muchachos, les advierto: no me pongan nervioso que si me enojo en serio hago un paro por tiempo indeterminado y se acabó.
-Ufa, este tipo parece dirigente piquetero.
-¿Cómo decís? ¡No voy a permitir que…que…! ¡Ay, qué me está pasando! ¡Uy, uy, qué dolor…!

Cuarenta y ocho horas más tarde el pobre jubilado despierta en un hospital. Apenas abre los ojos escucha la voz de una enfermera que le dice:
-Tranquilo, abuelo, ya está bien, fue solamente un preinfarto. Ahora siéntese en la cama, abra la boca y…y tome esta riquísima sopita de arroz.
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Donato Alberto Calliera