Según pisan los años

¿Qué cosas son las que más molestan en la vida de pareja? Después de los cincuenta años de vida, la respuesta se puede resumir en una sola palabra: todo.

Y es así porque más o menos en esa época de la vida el cuerpo, que hasta ese momento funcionaba como una cooperativa eficaz y armónica se ha transformado en una peligrosa anarquía.

Es como si cada órgano quisiera independizarse y trabajar por cuenta propia. El cerebro recuerda lo que quiere, el corazón acelera cuando los músculos reposan y se comienza a roncar de despierto. Veamos los casos más comunes.



El marido sale del baño mojado y enojado.
- La crema de afeitar que me has comprado es un desastre.
-Viejo, te he dicho mil veces: ponete los anteojos. Eso no es
crema de afeitar, es bronceador.
(Después de los cincuenta, el amor no es ciego sino corto de vista.)

Un domingo a la tarde, la pareja regresa de un asado. Ella lo increpa.
-¿Qué te pasa a vos? No has dicho ni una palabra. Ni siquiera abriste la boca para comer. Si no te gustan mis parientes, al menos disimulá un poco.
-No, no es eso…-explica con dificultad-, es que… olvidé ponerme la dentadura postiza…

Durante el almuerzo discuten acaloradamente. A la noche siguen sin hablarse.
-Escuchame una cosa, yo… –dice ella.
-No, nada. ¿ Después de todo lo que me has dicho esta mañana todavía querés que te escuche?
-A ver, explicame, ¿qué te he dicho?
-Que yo…que yo…,bueno, no recuerdo bien…pero era algo feo.
-No, señor. Eso fue antes de ayer. No, el lunes, fue el lunes…creo.

Después que las visitas se fueron, el tipo dice pensativo.
-Qué raro, se han ido temprano.
-Lógico. Cómo no se van a ir si vos volvés a contar una vez más tus apasionantes aventuras durante el servicio militar.
-No, señora. Ellos rajaron espantados cuando vos comenzaste a mostrarles las fotos en blanco y negro del secundario.

Vea amigo. Los enojos se van potenciando con el paso de los años. Para eso, lamentablemente, no hay remedio. Pero existe un maravilloso calmante: el buen humor.
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Donato Alberto Calliera